La energía solar es la energía producida por el sol y que es convertida a energía útil por el ser humano, ya sea para calentar algo o producir electricidad. Su potencial es ilimitado, ya que se ha comprobado que el sol produce 4 mil veces más energía de la que consumimos.
La intensidad de esta energía se encuentra disponible en un punto determinado de la tierra, dependiendo del día, del año, de la hora y de la latitud, además, la cantidad de energía que puede recogerse depende de la orientación del dispositivo receptor.
Actualmente es una de las energías renovables más desarrolladas y usadas en todo el mundo.
La energía térmica solar es una clasificación de la energía solar y consiste en el aprovechamiento de la energía calorífica del sol en la vida de los seres humanos.
La energía solar puede ser usada a nivel domestico, el más claro ejemplo de esto es la cocción de alimentos (estufas solares), para generar agua caliente (calentadores solares de agua) o para calefacción. También se usa a nivel industrial, en donde se calienta agua hasta evaporarse y este vapor de agua mueve turbinas para generar electricidad (plantas de energía solar térmica).
Este tipo de energía contribuye a la reducción de las emisiones de CO2, no produce residuos de difícil tratamiento y constituye una fuente de energía inagotable, conjuntamente tanto la energía solar térmica como la fotovoltaica provienen de recursos autóctonos por lo que disminuyen la dependencia energética y económica exterior, adicionalmente proporcionan desarrollo social al generar puestos de trabajo y permitir el perfeccionamiento de tecnologías propias, pero no solamente los beneficios son a nivel social, ya que esta energía se obtiene desde un recurso inagotable, lo que garantizará que en un futuro se pueda adquirir energía.
Las centrales de energía solar utilizan paneles, los cuales se encuentran formados por numerosas celdas (llamadas células fotovoltaicas) que captan la radiación luminosa (fotones procedentes de la radiación solar). Estos fotones impactan sobre la superficie de la célula y allí son absorbidos por materiales semiconductores, tales como el silicio, golpeando a los electrones liberándolos de los átomos a los que pertenecían, así los electrones comienzan a circular por el material produciendo la electricidad en forma de corriente continua a baja tensión.